vicio











Ven, perversa, ven a mis brazos; no puedo aguantar más; es preciso que tu encantador trasero sea el precio del don que te prometo, es preciso que un crimen pague el otro.
¡Ven!... ¡O mejor, venid ambas a apagar con oleadas de leche el fuego divino que nos inflama!



Sade




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto tiempo sin acordarme de Sade, es una delicia leerlo. besos

Danielle dijo...

Siempre es una delicia leer al divino Marqués.
Besos.