Ven, perversa, ven a mis brazos; no puedo aguantar más; es preciso que tu encantador trasero sea el precio del don que te prometo, es preciso que un crimen pague el otro.
¡Ven!... ¡O mejor, venid ambas a apagar con oleadas de leche el fuego divino que nos inflama!
¡Ven!... ¡O mejor, venid ambas a apagar con oleadas de leche el fuego divino que nos inflama!
Sade
2 comentarios:
Cuanto tiempo sin acordarme de Sade, es una delicia leerlo. besos
Siempre es una delicia leer al divino Marqués.
Besos.
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