Siempre daba la impresión que su único propósito era enriquecer el presente con todo lo que se le presentaba en su camino. Era evidente, y todos aquellos que la conocieron tanto o mejor que yo están de acuerdo sobre este punto, que los decretos, los principios, los reglamentos y los preceptos, puestos uno detrás de otro, que constituyen lo que se llama la ley, no tenían demasiado sentido para Margot, como tampoco acapararían un solo instante de su vida.
No recuerdo dónde encontré este fragmento.